La presurización es el método que permite a un avión volar por encima de los 10.000 metros sin poner en riesgo la salud de la tripulación o de los pasajeros. La presión atmosférica experimentada a tales alturas es mucho más baja de la que disfrutamos en tierra, por lo que volar a esta altura nos podría provocar desde la hipoxia hasta el mal de altura; debido al descenso de la presión atmosférica por debajo de niveles inasumibles para su salud.
De esta manera, la presión en el interior de la cabina simula altitudes apenas por encima de los 1.500 metros (depende de a qué altura volemos y del modelo de avión) mientras la presión real es mucho más baja. El resultado de todo ello, es que el avión queda cerrado herméticamente. La tensión entre la baja presión externa y la alta presión interna de la cabina provoca de forma automática que la fuerza que tengamos que ejecutar para abrir una puerta se multiplique. Se necesitarían herramientas mecánicas, como un gato hidráulico, para abrirla… ¡Pero no están permitidas a bordo!
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